El tercer milagro de la cruz
El milagro de la purificación
Le arrancaron a Jesús pelos de la barba
También tu conciencia te acusa
Recuerdos del pecado
La sangre de Jesús purifica tu conciencia
Le arrancaron a Jesús pelos de la barba
Anás envió a Jesús atado a Caifás, para ser juzgado por el Sanedrín. Todavía no se había formulado ninguna acusación oficial, por eso convocaron rápidamente a unos cuantos acusadores y los llevaron a escena. Sin embargo, los testigos que acusaron a Jesús eran falsos y se contradecían entre sí.
Durante el tiempo que fue interrogado y acusado falsamente Jesús fue maltratado hasta sangrar dos veces. Durante esos maltratos no solo se burlaron de Él, le escupieron y le dieron puñetazos, sino que también le arrancaron pelos de la barba, como había profetizado antes Isaías: ‘Ofrecí mis espaldas para que me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y escupían’33. La sangre de Jesús roció la tierra por tercera vez.
Esto nos lleva al tercer milagro de la cruz: la sangre de Jesús no solo limpia tu corazón de todo pecado y no solo te libera de la acusación del maligno, sino que también purifica tu conciencia, que te acusa interiormente: ‘¡La sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!’34.
Caifás le ordenó a Jesús que dijese la verdad en el nombre del Dios vivo, bajo juramento: ‘Dinos, ¿eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?’. Jesús le respondió: ‘Tú lo has dicho. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso Caifás estalló de rabia, rasgó sus vestiduras y gritó: ‘¡Ha blasfemado! ¿Qué hacemos con Él?’ Los miembros del tribunal supremo gritaron a una: ‘¡Es reo de muerte!35’