El milagro de la purificación

Recuerdos del pecado

El vocablo griego para conciencia también se traduce como ‘el conocimiento sobre ti mismo’. Quizá no te das cuenta de que los recuerdos del pecado se quedan grabados como imágenes en tu (sub)consciente. Lo que tus ojos ven una sola vez puede volver a tu recuerdo mil veces. Las imágenes pecaminosas se quedan como ‘grabadas en la retina’. Los recuerdos del pecado te pueden perseguir mostrándose en pesadillas, experiencias revividas o flashbacks, como experimentó el rey David: ‘Reconozco mis rebeliones; día y noche me persiguen’⁴².

En tu conciencia no solo está grabado el recuerdo del pecado, sino también el dolor que acompaña a ese recuerdo. Los asistentes sociales profesionales y consejeros pastorales no pueden llegar o difícilmente llegan a ese dolor, porque a menudo los recuerdos dolorosos son reprimidos para poder sobrevivir. Por el milagro de la cruz Dios puede hacer lo imposible y limpiar nuestra conciencia de obras muertas: ‘¡Cuánto más poder tendrá la sangre de Cristo! […] Su sangre limpia nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para que podamos servir al Dios viviente’⁴³.

A través de los años he visto una y otra vez cómo Dios escucha nuestra oración cuando le pedimos que purifique con la sangre de Jesús todas las capas de la conciencia del que viene pidiendo ayuda. El Espíritu Santo acude a esa persona y toca amorosamente el dolor que acompañaba al recuerdo del pecado, por lo que tiene lugar la sanación interior.